Babilonia
Babilonia, capital de un gran imperio, conocida por tener un gran pasado en los que sus restos se encuentran esparcidos por varios museos conocidos del mundo.
Pero solo voy a destacar dos cosas, que a día de hoy no se pueden ver. Se trata de Los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo. Se trataba de casas con muchos árboles plantados, los más comunes eran las palmeras y los árboles frutales. Era un lugar precioso que los viajeros observaban los viajeros al entrar a la ciudad. Desde arriba de la casa había un depósito de agua de la cual corría el agua en forma de varios arroyos que se utilizaba para suministrar agua a todos los jardines.
El otro es La Torre de Babel, una gran torre de casi 100 metros de altura, que según la leyenda se iba a utilizar para unir a todas los idiomas en uno solo. Es una leyenda por lo que no hay que hacerle mucho caso, pero la torre fue real lo que ocurre es que no quedan restos. La torre fue construida dos veces. En la reconstrucción tardaron 88 años teniendo una altura de 90 metros. Ahora os dejaré un fragmento de su descripción que se encuentra en Los Nueve Libros de la Historia:
En medio de cada uno de los dos grandes cuarteles en que la ciudad se divide, hay levantados dos alcázares. En el uno está el palacio real, rodeado con un muro grande y de resistencia, y en el otro un templo de Júpiter Belo con sus puertas de bronce. Este templo, que todavía duraba en mis días, es cuadrado y cada uno de sus lados tiene dos estadios. En medio de él se va fabricada una torre maciza que tiene un estadio de altura y otro de espesor. Sobre esta se levanta otra segunda, después otra tercera, y así sucesivamente hasta llegar al número de ocho torres. Alrededor de todas ellas hay una escalera por la parte exterior, y en la mitad de las escaleras un rellano con asientos, donde pueden descansar los que suben. En la última torre se encuentra una capilla, y dentro de ella una gran cama magníficamente dispuesta, y a su lado una mesa de oro. No se ve allí estatua ninguna, y nadie puede quedarse de noche, fuera de una sola mujer, hija del país, a quien entre todas escoge Dios, según refieren los Caldeos, que son sus sacerdotes.
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